Espero que tod@s disfrutéis con mis relatos, que os emocionéis y que realmente viváis lo mismo que los personajes, llevándoos a un mundo diferente. Deseo que cuanta más gente lea mi blog mucho mejor, tal vez así pueda llegar a publicar alguno de mis relatos algún día.

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sábado, 27 de julio de 2013

Minirrelato: Peleas

Estaba harto de tantas peleas. Todos los días acababa pegándome con cualquier persona y por tonterías. Quería cambiar mi vida, estaba cansado de lo mismo, me aburría que mi vida fuera solo una repetición de golpes y situaciones violentas. Por esa vida había perdido a mi querida Melinda.

Había intentado volver con ella haciendo todo lo que se me ocurría, pero como siempre acababa metido en peleas, ella se había cansado de lo mismo. El último día que hablamos se me rompió el corazón al verla llorar de forma tan desconsolada. Yo la amaba y era el amor de mi vida, no podía consentir que llorase y que yo fuese el culpable. Quería recuperarla y sabía que tenía que cambiar, tenía que dejar las peleas y controlar mi ira.


Me decidí a cambiar por completo. Busqué un psicólogo para asistir y que me ayudase, no sabía cómo cambiar mi ira y dejar de pelear. Al principio fui ilusionado, quería cambiar a toda costa, pero tras las primeras sesiones no vi cambio alguno, y eso me frustaba muchísimo. Había momentos en los que quería dejarlo. En esos instantes, cuando mis ánimos flaqueaban, cogía la fotografía de  Melinda para que me diese ánimos. Su mirada, esos ojos color esmeralda eran lo que me daban fuerza para continuar con la terapia.

Tardé mucho tiempo en mejorar, en cambiar mi actitud, en controlar mi ira y no pegar. En hablar las cosas y no usar la fuerza. Durante todo ese tiempo de terapia, no dejaba de escribir a Melinda para que supiera todos los avances que hacía cada día. Pero tras mucho tiempo lo conseguí. Estaba orgulloso de mi mismo por el cambio.

La verdad era que durante todo ese tiempo, Melinda no dijo nada, se limitaba a escucharme. Por lo que el día que ya podía presumir de saber controlar mi ira, tenía miedo de que ella no quisiera responderme tras muchos meses. Fui hasta su casa y llamé a la puerta. En cuanto Melinda abrió y la tuve frente a mi, me quedé sin palabras. Me quedé tan bloqueado que solo pude mostrarle la rosa y la notita que tenía entre mis manos.

Melinda leyó mi nota de disculpas, con todos los progresos que hice y observó la rosa. Después giró la cara para mirarme y al conectar nuestras miradas supe que me había perdonado. Supe que quería pasar el resto de mi vida a su lado y que no volvería a fastidiarla, no volvería a las peleas.  Solo ansiaba protegerla y amarla el resto de mi vida.

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