Espero que tod@s disfrutéis con mis relatos, que os emocionéis y que realmente viváis lo mismo que los personajes, llevándoos a un mundo diferente. Deseo que cuanta más gente lea mi blog mucho mejor, tal vez así pueda llegar a publicar alguno de mis relatos algún día.

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viernes, 6 de septiembre de 2013

Minirrelato. Revelando la verdadera identidad. (+18)

Siempre había soñado en vivir mi amor de cuento, pero el chico nunca llegaba y yo me cansé de esperar. Además el tiempo que estuve esperando y tuve algún chico a mi lado, no es que me sintiera especial, ni querida ni amaba realmente a esos hombres.
Me apoyaba en mis amigas. En concreto en Amelia, una amiga mía desde que era pequeña que tampoco tenía novios serios nunca. Así que al menos, tenía la compañía y el apoyo incondicional de Amelia ya que ella no encontraba tampoco a su príncipe azul.


Pasábamos las tardes enteras hablando, contándonos nuestras penas y comiendo chocolate, nuestro vicio favorito. También teníamos nuestras tardes de chicas, haciéndonos manicuras y tratamientos de belleza la una a la otra. Era muy divertido. Aunque lo mejor de todo, eran esos "pases de modelo" que hacíamos. Estábamos toda la tarde en la habitación cambiándonos de ropa y riéndonos mientras hacíamos combinaciones preciosas y otras muy extrañas.

Una de las muchas tardes, en las que nos divertiamos las dos juntas, acabamos tumbadas en la cama mientras comíamos chocolate. De tanto hablar, había empezado a derretirse, y sin que me diera cuenta, Amelia me manchó la mejilla con su dedo pringado de chocolate.
Yo protesté haciendo un mohín mientras ella reía sin parar al ver mi cara manchada de chocolate. Entonces ella se acercó y con su lengua me limpió el chocolate de la cara. Nos quedamos mirándonos unos instantes a los ojos y sin previo aviso, mi amiga me besó en los labios, sus labios se movían delicadamente sobre los míos, eran muy suaves, al igual que su lengua. Pero cuando reaccioné, me aparté bruscamente de ella. 
Me quedé anonadada, no sabía lo que hacer o lo que decir, no estaba preparada para algo así.

Le pregunté que por qué había hecho algo así y ella me respondió que era lesbiana y que hacía mucho tiempo que se sentía atraída por mi.
¿Cómo? ¿Cómo no sabía que mi amiga era lesbiana y que yo le gustaba? Bueno, nunca había sido muy receptiva en lo que a los sentimientos de los demás se refiere. Además siempre había pensado que ella era heterosexual pero que le sucedía como a mí, que no encontraba el príncipe azul.
Durante unos minutos nos quedamos en silencio mirándonos. Ella avergonzada por verse descubierta y no tener mi aprobación, y yo porque no me esperaba que el beso de una chica, de mi amiga de toda la vida fuese algo tan agradable.
¿Podía ser posible que me hubiera gustado ese beso si yo era heterosexual? Se suponía que yo buscaba mi príncipe azul, pero a todos los chicos les encontraba algo malo. ¿Sería posible que yo fuese también lesbiana?
Le comenté todas esas cosas a Amelia, y ella solo pudo decirme, que tal vez me gustaba, pero que como nunca lo había probado no podía decir si prefería las mujeres antes que los hombres. Así que ella me dijo que me sacaría de dudas.
Mi rostro fue todo un cromo cuando escuché aquellas palabras. ¿Qué pensaba hacer ella? Y lo más importante ¿Cómo actuaría yo? ¿Qué se suponía que tenía que hacer? Pero esas preguntas cesaron en cuanto ella dijo esas dos palabras "déjate llevar".
Dicho y hecho. Amelia se acercó a mi y yo me quedé quieta. Se acercó hasta quedar extremadamente juntas mientras no dejaba de mirarme a los ojos. Noté que sus labios se rozaron con los mios y yo cerré los ojos. Comencé a seguir ese beso, que cada vez fue más húmedo, más intenso, más largo....
Sin darme cuenta, Amelia me tumbó en la cama y se puso encima de mi. Sus manos paseaban por mi cuerpo con delicadeza y dulzura y yo quise responder tocando su cuerpo, pero mis caricias eran más torpes y nerviosas.
Las manos de Amelia me quitaron la ropa con delicadeza pero rapidez, y ella misma se desvistió. Las dos éramos delgaditas y de pecho pequeño, pero lo cierto es que mi amiga era una chica muy guapa y con un pelo larguísimo  que al estar encima de mi, caía sobre mis pechos y mi cuello haciéndome cosquillas.
Pero los besos fueron cambiando de lugar. Bajó lentamente por mi cuello, dándome escalofríos mientras con las manos me acariciaba delicadamente. Su boca se posó en uno de mis pezones que se endureció al sentir la húmeda lengua. Con la otra mano, pellizcó el otro pezón para que también se endureciera y yo solté un suspiro ante esa sensación.

Esa húmeda y delicada boca cada vez bajaba más por mi cuerpo dándome besos y caricias hasta que llegó a ese lugar tan profundo y secreto que había ocultado a cuantos hombres había conocido. Me separó las piernas con cuidado y sentí que su mano se movió para acariciarme el clítoris con dulzura. Un escalofrío me recorrió toda la espalda. Sus dedos se movían por mi intimidad con gran rapidez haciendo que miles de sensaciones me recorrieran por dentro queriendo salir. Y las sensaciones y el placer se incrementaron cuando sentí que era su lengua la que me palpaba ahí abajo.
Mi pulso empezó a acelerarse y de mi boca salían tímidos gemidos. Eso hizo que Amelia incrementase la velocidad de su lengua y que metiese uno de sus dedos por mi intimidad. Lo movía rítmicamente mientras su lengua no tenía descanso.
Mi cuerpo ardía de una forma que jamás había experimentado, sentía que algo se acercaba, una explosión de placer que no tardó en llegar a mi, dejando escapar un sonoro gemido. Seguidamente mi cuerpo se relajó y Amelia se tumbó  a mi lado.
La observé y sonreí durante unos instantes. Entonces ella cogió mi mano y la pasó por todo su cuerpo hasta que llegó a su intimidad. Rocé suavemente esa zona que estaba húmeda y era muy suave. Torpemente y por intuición encontré su clítoris y mi mano empezó a moverse lentamente mientras ella cerró los ojos y se dejó llevar para sucumbir a ese placer infinito como el que yo había experimentado hacía escasos minutos.
Me di cuenta de que ella era la persona que había estado esperando: divertida, alegre, simpática, buena persona, buena amiga, que sabía escuchar, cariñosa, y que me cuidaba muchísimo. Así que era ella la persona que completaba mi vida y mi corazón, aunque jamás pensé que fuera una mujer, pero al fin era feliz y podía expresar todos mis sentimientos sin miedo alguno porque ella jamás me haría daño.

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