Espero que tod@s disfrutéis con mis relatos, que os emocionéis y que realmente viváis lo mismo que los personajes, llevándoos a un mundo diferente. Deseo que cuanta más gente lea mi blog mucho mejor, tal vez así pueda llegar a publicar alguno de mis relatos algún día.

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lunes, 19 de enero de 2015

Minirrelatos.... Gente buena

Desde pequeña había tenido que aguantar maltratos de mi padre, aquel maldito bastardo que me pegaba a diario por cualquier tontería desde que mi madre murió de cáncer. El día que cumplí dieciocho años cogí ropa y los pocos ahorros que había logrado reunir y me marché de casa. A fin de cuentas desde que mi madre había muerto nada me retenía en aquella casa.

Juré vengarme del que desafortuandamente era mi padre biológico, pero que no consideraba en absoluto mi figura paterna. Sabía que un sentimiento de venganza solo era fruto de la ira y el rencór por tantos golpes y maltratos, así que no me llevaba a ninguna parte.  Me escondí en casa de mi amiga Leire, era la única a la que le había contado los maltratos de mi padre, y no dudó en dejarme sitio en su casa, sus padres también apoyaron la decisión. Conseguí trabajo en una tienda de ropa  y comencé a ahorrar. Además quería aportar dinero en casa de Leire para agradecer a su familia toda su ayuda.

Cuando llevaba medio año trabajando, estaba más animada y más tranquila. Había pasado página de la pesadilla que había sido mi vida. Una tarde estaba colocando la tienda mientras vi que una pareja estaba mirando la ropa y otro chico miraba camisas. Como ya les había preguntado si necesitaban algo, continué colocando las cosas.  A los pocos segundos escuché una voz demasiado conocida para mí....

-¿Cómo estás? ¿Creías que te habías librado de mi? -mi padre sonreía de forma diabólica.

-Lárgate o llamo a seguridad -mi tono era firme, ya no le tenía miedo, no me achantaría ante él.

-Vas a volver a casa, porque eres mía y de nadie más. Y si antes te hacía sufrir no sabes lo que te espera -me amenazó.

No me lo pensé, le empujé con todas mis fuerzas, no quería que me tocara, ni que se acercase a mi nunca más. No se esperaba mi empujón, así que se desestabilizó, trató de sujetarme el brazo pero me zafé, no sin  que me arañase el brazo con sus uñas. Como no tuvo punto de apoyo cayó hacia atrás golpeándose con una de las esquinas de la mesa que había tras él. Se golpeó tan fuerte que perdió el sentido. Yo me asusté porque no quería que me acusasen de hacerle daño y que encima tuviera consecuencias negativas para mí, con todo el esfuerzo que me había costado salir adelante.

El joven que estaba solo se acercó corriendo a mí. Llamó a una ambulancia y a la policía. Yo abrí desmesuradamente los ojos, si la policía llegaba tal vez me acusasen de agresión.  Pero al ver mi cara de terror el chico me sujetó la barbilla con sus dedos para que le mirase a la cara.

-Tranquila he visto todo y he escuchado lo que te ha dicho, no te pasará nada, ha sido defensa propia. Ese hombre no te hará daño.

  Mientras que los de seguridad del centro comercial entraban en la  tienda a atender a mi agresor y se lo llevaron. La policía le custodiaría por los hechos que les acabábamos de relatar. 

-Puedo preguntar ¿de qué le conoces?

-Biológicamente y para mi desgracia es mi padre, pero en absoluto es mi figura paterna. Prefiero considerarme huérfana que llamarme hija de este malnacido que lo único que ha hecho desde que era pequeña ha sido pegarme y amargarme la vida.

-No entiendo cómo un padre puede hacer daño a su propia hija. Yo tengo una hija de dos años y es lo más valioso que tengo -comentó él.

-Ah... pues tu mujer tiene que estar encantada de tener un marido que es un padre tan bueno -comenté esbozando una pequeña sonrisa.

-Estaba encantada, pero... murió hace un año. La atracaron y la mataron....

-Lo siento mucho, no quería hacerte sentir mal -Me sentí terriblemente mal porque probablemente mi frase le había hecho recordar un hecho tan traumático.

-Tranquila, no lo sabías. Voy poco a poco. Mi hija es mi razón para vivir. Si quieres un día quedamos y la conoces, seguro que le caerías bien, porque te pareces mucho a mi querida y difunta mujer. 

-¿Pero y dónde has dejado a tu hija que no la veo aquí contigo? -pregunté extrañada al no ver a la niña.

-Con mis padres.

Sonreí ante la respuesta. La verdad era que me resultaba algo extraño porque no había tenido familia desde que mi madre había fallecido, pensé que sería algo precioso poder contar con alguien así. Aunque fuera como amigo, quería conocer al chico, para por lo menos poder contar con una persona íntegra que me ayudase cuando lo necesitaba.
Me dijo su nombre, se llamaba Alejandro, un bonito nombre para un chico tan amable y buena persona. Nos dimos los teléfonos para hablar de vez en cuando, para presentarme a su hija, y sobre todo para volver a creer en que en el mundo hay gente buena y que puedo llegar a ser feliz con grandes personas a mi lado.

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