Minirrelatos.... Motivos para vivir

Mi vida ya no tenía sentido, había perdido a mi familia, mi trabajo, mi dinero, todo... el dinero y el trabajo me daban un poco más igual, pues sin mi querida esposa y mis dos hijos el mundo era el infierno para mi. Por aquella razón me encontraba en el puente para terminar así con mi existencia.

Pero lo cierto era que me estaba costando trabajo reunir el valor para lanzarme al vacío. No quería vivir en el mundo sin mis seres queridos, pero ver la altura a la que estaba hizo que mi cuerpo temblara de miedo. Cerré los ojos, respiré hondo y traté de calmarme. Me subí a la barandilla sujetándome fuerte hasta colocarme bien antes de saltar. Mi vida finalizaría en aquel instante para reunirme con las personas más importantes en mi vida.
Iba a soltarme cuando sentí un tirón del brazo. Me giré y vi que una chica de mi edad me sujetaba del brazo con esfuerzo y el rostro desencajado por el miedo.

-¿Qué haces? ¡Te vas a caer! -gritó asustada.

-Es lo que quiero, acabar con mi vida. Ya nada tiene sentido sin mi familia...

-No digas eso. Todo tiene solución -sentí que lo decía con cariño.

-No la tiene. Mi familia a muerto, yo no quiero vivir así.... -contesté dejando que infinidad de lágrimas cayeran por mi rostro.

Ella puso su mano en mi barbilla y me giró la cara para que la mirase a los ojos. Pude ver que era una chica guapísima. Su expresión era de enfado.

-Mira, sé que perder a la familia puede ser algo terrible, pero hay cosas peores. Yo tengo que vivir sola, mantener a mi hija de tres años, tener dos trabajos para que no nos falte de nada, como no estoy casi en casa tengo que tener una niñera que se lleva parte de lo que con tanto esfuerzo gano, y para colmo mi jefe me acosa porque quiere salir conmigo y yo no quiero. Pero aquí sigo, levantándome cada día para no decaer.

-Vaya.... Tienes una vida complicada y veo que aún así estas animada.

-A veces no es fácil, pero la vida no es fácil.

Decidí volver a la zona segura del puente para charlar con aquella chica. Tal vez tuviera razón, a lo mejor podría encontrar una razón para vivir y no estar deprimido. A lo mejor la vida no estaba tan mal a pesar de tener que lidiar con el dolor de no tener a mi familia. Aquella chica tan simpática me había abierto los ojos sobre la vida.

-A lo mejor podemos quedar de vez en cuando para animarme y que me recuerdes por qué tengo que vivir la vida. 

-Claro que si. Y ahora si me perdonas tengo que ir a recoger a mi hija. Pero te doy mi télefono para poder quedar otro día que te sientas triste.

-Y... ¿Podría acompañarte? Así la conozco -respondí con una pequeña sonrisa.

Ella no dijo nada, se limitó a sonreirme y empezó a caminar. Durante el camino no paramos de hablar y sonreir. Al fin empecé a ver un poco de luz en un mundo que me había parecido tan sombrío desde hacía meses.